El autor inicia el desarrollo del texto en función de la
necesidad de la restructuración, la cual la concibe en función de que la
reestructuración “respetaría y apoyaría la profesionalidad de los docentes a la
hora de adoptar en sus clases las decisiones que mejor se acomodasen a los
objetivos locales y estatales, responsabilizando también a los profesores de lo
que hicieran” (Hargreves, 1994).
Es así que para proseguir con la
argumentación el autor considera diversas definiciones del término reestructuración,
llegando al consenso de que las diversas definiciones consideran la importancia
de la “redefinición de reglas, papeles, responsabilidades y relaciones de los
alumnos, profesores y líderes (de las escuelas)” (Hargreves, 1994). En función
de estos elementos propios de la reestructuración es que plantea que las
reformas educacionales han fracasado en cuanto consideran estos elementos como
aislados y no en sus relaciones e interdependencia, así como tampoco considera
las relaciones de poder que se generan dentro de la escuela. La
reestructuración entonces debería considerar
la creación de distintos ambientes de aprendizajes que logren dar abasto
a las necesidades del alumnado.
Es así que en el panorama actual
la palabra reestructuración tiene múltiples usos y muy pocas veces logra llegar
a su profundidad. En función de esto es que se presentan los principios
importantes de la reestructuración, los cuales son el logro de una mayor
autonomía del establecimiento escolar y de la potenciación de sus
profesionales; la estructuración flexible de los alumnos para el trabajo en
aula; la mayor capacidad de respuesta de la escuela frente a las necesidades de
los estudiantes; mayor apoyo a los docentes en cuanto a las capacidades y
herramientas con las que cuentan para atender a alumnos en situación de riesgo,
y finalmente una mayor re de soporte en otras organizaciones para así potenciar
los recursos existentes. Todos estos objetivos o fundamentos de la
reestructuración no ven su reflejo en los programas que buscan integrar la reestructuración
como una herramienta de cambio.
Uno de los componentes
importantes de la reestructuración es la colaboración, en cuanto también emerja
la consideración de la escuela y los docentes tanto como una organización y
trabajadores. En este contexto de colaboración se enmarcan principios como el
apoyo moral, el aumento de la eficiencia, la mejora de la eficacia, la
reducción del exceso de trabajo, la generación de perspectivas temporales
sincronizadas, la reducción de la incertidumbre, una mayor capacidad de
reflexión, la mejora de las respuesta de la escuela (y sus funcionarios) frente
a las necesidades de alumnos y familias, mayores oportunidades para aprender
entre los docentes, un perfeccionamiento continuo. Sin embargo y pese a estas
ganancias en la implementación de la colaboración, también es posible identificar
ciertos riesgos asociados, los que tienen que ver con una comodidad y complacencia
excesiva, un conformismo respecto al trabajo individual, un ambiente
excesivamente colaborador que tienda a dinámicas artificiales de interacción y
la sumisión frente a dinámicas impuestas. Esto nos conduce a la reflexión sobre
la importancia de la implementación de la colaboración con precaución a modo de no entorpecer la reestructuración
desde su interior.
Desde la comprensión de los
docentes como un actor clave y la necesidad de la colaboración es que emerge
con fuerza la idea de “la voz” como la consideración de sus propia vida que se
vuelca en su labor de formador. Por otro lado se considera la función del
director como quien articula la visión futura de la escuela, buscando un consenso.
Frente a esta dicotomía de visión y voz, cruzada por relaciones de poder, es
que los docentes tienen a suprimir su voz
en función de una gestión propensa a la manipulación; sin embargo esta dicotomía es reconciliable
en cuanto se reconozca el valor de ambos componentes en la reestructuración
efectiva de las dinámicas escolares.
Otro componente importante es la
confianza en los docentes y entre los mismos, de manera que se reduzca la
burocracia, aumente la eficacia y el desarrollo personal de quienes se hacen
parte del proceso.
Por otro lado es posible
identificar una dicotomía cultura/ estructura que se dibuja en el imaginario y
que se debe repensar en función de comprender que ambos son complementarios al
buen funcionamiento de la comunidad escolar en su totalidad. Es esta misma comunidad
la que debe ser parte entonces del proceso de reestructuración en función de
mejorar lo existente sin violar códigos o condiciones básicas de convivencia y
proyecto futuro.
Comentario:
El texto se enmarca en una necesidad
propia de las comunidades educativas en cuanto a que la reestructuración se
vuelve necesaria para la mejora de los procesos educativos y las comunidades
educativas en su totalidad.
Este proceso si bien necesario y
que busca su logro hasta la actualidad, debe considerar la complejidad de la
interacción de múltiples variables que se relacionan más allá de lo evidente
en lo cotidiano. Se hace importante
entonces comprender las relaciones de variables que al ojo espectador
parecieran no existir, y que a quienes trabajan en la labor docente muchas
veces se les olvidan.
A destacar como importante
resulta el valor de los actores docentes como entes con voz, que deben entonces
tener un mayor reconocimiento a la vez que una independencia respecto a su
labor y desarrollo profesional en pro de mejores condiciones de desarrollo
humano, profesional y personal en un contexto centrado en la confianza mutua,
sin abusar de aquella.
Referencia:
Hargreaves, A. (1994).
Profesorado, cultura y postmodernidad. Madrid: Morata. (Capítulo X)
Citas:
“Se pensaba que esta
reestructuración respetaría y apoyaría la profesionalidad de los docentes a la
hora de adoptar en sus clases las decisiones que mejor se acomodasen a los
objetivos locales y estatales, responsabilizando también a los profesores de lo
que hicieran.” P.264
“Pero la reestructuración todavía
está iniciándose. Los modelos son muy variados; los resultados, poco claros, y
las posibilidades de ir más allá de los experimentos aislados, desconocidas.”
P. 265
“En efecto, aunque la
reestructuración tenga muchos significados posibles, el principio de la
colaboración ocupa un lugar central en casi todos ellos, ya se trate de la
colaboración ente profesores o entre éstos y directores, estudiantes, padres y
la comunidad, en general”. P.268
“La colaboración y la
potenciación supondrá una mayor libertad de criterio de los profesores en
ciertos campos, pero, considerablemente menos en otros, en la medida en que
trabajen más cerca de los alumnos y de los padres, como coparticipes en el
proceso de aprendizaje.” P.266