A raíz de mi participación en
este espacio de discusión, me delegaron la tarea de buscar alguna imagen para
analizar (supuestamente para darle dinamismo a este espacio, aunque yo no le
veo el problema a solo escribir, pero bueno). Y claro como las editoras creen
que uno puede hacer de todo, me propusieron dibujar algo, a lo que les respondí
que nunca me interesó el arte, y que difícilmente verían algo más que palabras
salir de mí; pese a eso decidí aceptar a medias la propuesta del dinamismo del
blog y buscar alguna imagen.
Para ser honesto no es que busqué
mucho, y es porque uno también tiene otras cosas que hacer, por lo que me dirigí
al computador y solo puse en Google (imágenes) “inclusión educativa”, y después
de varias imágenes sin sentido alguno llegué a una imagen que resume mi postura
en este espacio, y que de alguna manera es mi respuesta a la pregunta primera
cuando entré a este espacio ¿Qué es la educación para ti? (sí, las editoras de
este lugar tienen una gran imaginación para sus cosas).
Como pueden ver la imagen es
simple y grafica la ardua labor docente de moldear a nuestros pequeños niños,
con sus frágiles mentes, en función de los patrones que durante años nos ha
costado elaborar para tener ciudadanos eficientes. En algún momento pensé en
estudiar pedagogía, pero prontamente me di cuenta que si bien podía lidiar con
las moldeables mentes de pequeños niños, no estaba dispuesto a luchar contra
sus padres que mediante actividades lúdicas en casa, disque para “fomentar la
creatividad de mi hijo” solo aportillarían mi trabajo en las salas. Fuera de eso
siempre he valorado mucho que los docentes sean capaces de inculcar las normas
sociales en los niños, sin dar cabida a la rebeldía o al pensar distinto (y
claro, siendo capaz de doblegar la rebelón de pequeños niños que no tienen
idea).
El país necesita profesionales que sean eficientes,
que sean ciudadanos correctos, pulcros e intachables. Si Chile quiere prosperar
debe ser capaz de generar personas acorde al desarrollo que queremos.
Respecto a esto último mi editora
me pregunta ¿en qué lugar queda la felicidad del aprender?, a lo que encuentro
solo una respuesta posible: “quién dijo que aprender en la escuela tenía que
ser algo feliz, vas a aprender no a sonreír, eso es para los bebes no para
nuestros futuros presidentes”. No quiero
irme sin antes darte un aplauso a todos aquellos profesores que como actores
principales de nuestra educación forman las mentes de nuestros hijos.
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