Referencia:
Onrubia, J. (2009). Transformar para
adaptar, adaptar para incluir: una mirada psicoeducativa a la educación
inclusiva. En C. Giné (coord), La educación inclusiva. De la exclusión a la
plena participación de todo el alumnado. Barcelona: Horsori.
Resumen:
El autor expone tres apartados que tienen por objetivo precisar conceptos y
principios psicoeducativos relacionados con la educación inclusiva, y que
pueden ayudar a la transformación y mejora de las aulas.
El primer apartado refiere a la relación entre una concepción
interaccionista de las diferencias individuales y el aprendizaje escolar. A
partir de la sustitución del concepto “necesidades educativas especiales” por
el de “barreras para el aprendizaje y la participación”, del modelo social de
explicación de las dificultades del aprendizaje y la discapacidad, se
vislumbran similitudes de este modelo con la concepción interaccionista de las
diferencias individuales propia de la psicología educativa. Diferencias que dependen
de la interacción ente factores intrínsecos y extrínsecos, por ende
modificables. A su vez, esta perspectiva
se asimila a la concepción del desarrollo psicológico de Vygotsky, entendido
como un complejo proceso de construcción de capacidades mediadas socialmente,
es decir, la persona aprende o se apropia de competencias, saberes e instrumentos
culturales gracias a la interacción con personas que ofrecen ayuda y apoyo. En
definitiva, el aprendizaje se da a partir de la interacción entre la persona y
su contexto sociocultural, proceso único e irrepetible, desarrollando capacidades
particulares, de allí que existan las diferencias individuales.
El segundo apartado toma en cuenta la enseñanza adaptativa como instrumento
para una educación inclusiva, ya que amplia, enriquece y multiplica las ayudas
disponibles. La enseñanza adaptativa es una estrategia coherente con la
educación inclusiva porque, por una parte, mantiene objetivos y aprendizajes comunes, lo cual
concuerda con la idea del desarrollo como un proceso mediado, en este caso, por
las prácticas educativas. Por otra parte, consiste en la adaptación de las formas y
métodos de enseñanza según las características de cada alumno, lo cual se
relaciona con la concepción interaccionista de las diferencias individuales. De
acuerdo al principio de ajuste de a ayuda, la enseñanza más eficaz incluye
distintos tipos de apoyo y guía en función de lo que el alumno sabe y es capaz
en distintos momentos, promoviendo en último término la autonomía respecto de
lo que está aprendiendo.
Existen centros educativos que han concretado este tipo de prácticas a
nivel curricular, organizativo y en el aula. El tercer apartado explicita
algunas características de estos centros y aulas caracterizadas por el diseño e
implementación de un proyecto educativo global que toma en cuenta la diversidad
de sus alumnos como eje central, en el que se responsabilizan de sus prácticas
todos los involucrados, especialmente los profesores. Concretamente, se
planifica de forma coordinada y flexible el uso de recursos a nivel curricular
y a nivel organizativo, dando un mayor uso a recursos y espacios “ordinarios” en
comparación a aquellos “especiales”. Además, se aprovechan otros recursos como
la ayuda mutua entre los mismos alumnos, entre las familias y alumnos, entre
profesores y familias, entre la escuela y la comunidad, esta última para la participación
en políticas y decisiones educativas. Es así que en la dinámica cotidiana se
dan diversas formas de participación que develan las distintas capacidades
personales, las diferencias individuales, en este sentido, se realizan actividades
simultáneas y diversificadas que atienden las distintas formas de aprender de
las personas.
Breve comentario:
La escuela inclusiva es aquella que se enfoca en la diversidad de sus
alumnos, en sus potencialidades, como un hecho positivo y oportunidad para
prevenir la exclusión, que ningún niño quede fuera del proceso educativo, en
consecuencia, fomentar el desarrollo sociocultural personal que nos hace parte del mundo.
Al respecto, la estrategia de adaptar para incluir ve las diferencias
individuales no como un problema o limitación para la labor educativa, sino más
bien como el constante desafío de analizar lo que sucede especialmente dentro
del aula para plantear nuevos y mejores avances. Las diferencias individuales
enriquecen los métodos de enseñanza, permiten elaborar mejores y más “puentes”
entre el niño, sus conocimientos previos, y lo nuevo que hay por aprender.
Por otra parte, rescato también la responsabilización que plantea el autor respecto
a la familia, a la comunidad y a la sociedad en general en el involucramiento
en las políticas y prácticas educativas. Especialmente de los profesores,
quienes son un actor social importante para que los colegios sean inclusivos,
son los que están presentes en los momentos de aprendizaje, por eso, es
necesaria su actitud de aceptación de las diferencias y la capacidad de reflexionar
para adaptar de la mejor forma posible la enseñanza a las características de
cada niño.
Citas:
“Lo esperable en cualquier situación educativa, por tanto, es que los alumnos
sean diversos, que cada uno de ellos presente una combinación única y personal
de potencialidades para aprender como resultado de la compleja trama de
capacidades que define en último término la individualidad de cada uno, y que
esa combinación no sea estática, sino que se manifieste de manera diferente
ante distintos aprendizajes y en diversos momentos” (p. 53).
“La noción de ajuste de la ayuda, en definitiva, no propone un ajuste “a la
baja” de la enseñanza, sino que, por el contrario, apuesta siempre por un
ajuste “al alza”: ajustar la ayuda es plantear constantemente nuevos y más
complejos retos y desafíos a los alumnos, ofreciendo, eso sí, las condiciones,
los apoyos y soportes necesarios para que esto retos resulten abordables y
estimulantes, y puedan superarse con éxito” (p. 57).