Referencia: Blanco, R.
(2006). La Equidad y la Inclusión Social: Uno de los Desafíos de la Educación y
la Escuela Hoy. Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y
Cambio en Educación, 4(3), pp. 1-15.
Resumen:
La autora comienza realizando una
contextualización de la realidad en América Latina respecto a la educación,
para seguir con el debate de inclusión versus integración, puntualizando en la
primera; y para finalizar con un apartado que apunta a la formación de
profesionales docentes y cooperadores del proceso educativo.
La realidad de América Latina
apunta a unas sociedades desintegradas por factores económicos, lo cual genera
directamente una exclusión social. Frente a este panorama es que ya en la
década de los noventa se comienzan a impulsar políticas educacionales , en
cuanto reformas, que apuntaban a un ingreso universal a la educación básica,
así como al mejoramiento de la calidad y la equidad de la educación; sin
embargo y pese a esos esfuerzos, la desigualdad educativa es una realidad
vigente en la actualidad.
Si bien muchos países de la
región adhieren a la declaración de la educación para todos de Las Naciones Unidas, en la realidad estos
principios solo quedan resguardados en las leyes y en las bases de sus
políticas educacionales, mas no en la práctica de las mimas debido a diversos
factores que hacen que se susciten fenómenos como la exclusión y discriminación
de los alumnos en el sistema educativo.
En América Latina entonces se
toma consciencia de la importancia de la educación en la primera infancia, en
donde se apunta a políticas públicas como el aumento de la cobertura, pese a
esto los problemas de acceso afectan a grupos desfavorecidos
socioeconómicamente, pueblos originarios y/o personas que presentan alguna
discapacidad. A la fecha del artículo
las políticas de algunos países apuntan a aumentar el tramo de la primera
educación, llegando a iniciar en los 4, 5 o 3 años, todo esto apuntando a la
alfabetización de las personas, lo que se presenta como un factor que
permitiría disminuir la dificultad de obtener trabajo. Sin embargo es preciso considerar que el
nivel secundario de educación también presenta problemas en su acceso y
finalización.
En general entonces las
problemáticas de desigualdad en acceso y pertenencia en educación se dan en
niños de estratos socioeconómicos bajos, aquellos que viven en áreas rurales, y
quienes tienen alguna discapacidad que requiera de una atención. Sin embargo el
problemas trasciende a las instituciones, en cuanto aquellas de carácter privado
cuentan con mejores recursos y docentes más calificados que las instituciones
públicas, lo que repercute directamente en los alumnos.
La inclusión se ha constituido
como un movimiento que busca trabajar con la exclusión, discriminación, y desigualdades educativas a fin de
reducirlas, considerando que se dan en gran parte de los sistemas educativos
mundiales.
Dentro de esto es que Katarina
Tomasevsky, relatora de las Naciones Unidas, presenta un modelo de tres etapas
para que los países ejerzan un derecho pleno a la educación. En resumen un primer paso sería conceder el
derecho a educación a aquellos grupos excluidos, en instituciones especiales
acordes a sus necesidades; en segundo lugar se debe promover la integración en
las escuelas; y finalmente la adaptación del sistema se debe hacer acorde a las
necesidades del alumno, facilitando así su inclusión.
Respecto al debate de la
Inclusión versus la integración, se hacen diferencias entre ambos términos.
El termino integración apunta a
que los niños se deben adaptar a un sistema, el cual no cambia. Las políticas
del momento apuntan más a la integración en cuanto implantan programas
especiales individuales y generan reformas profundas y colectivas. Apuntas solo a quienes tienen necesidades
específicas y no a que todos los alumnos son distintos.
Por otro lado la inclusión se
apunta a un derecho en cuanto la educación se constituye como tal, lo cual
tienen como consecuencia que su acceso y calidad debiesen de estar asegurados.
En la medida que esto se cumpla abre la posibilidad de avanzar a una sociedad
con mayor equidad en cuanto hay iguales opciones a la obtención de logros dentro de la
sociedad como trabajos y consecuentemente bienes y servicios.
Asimismo la inclusión en la
educación se hace cargo no solo de las diferencias socioeconómicas o raciales,
sino que también contempla la presencia de discapacidades, a la vez que busca
trabajan en el trasfondo de que cada alumno tiene distintas maneras de
aprender, conocer y trabajar; y esas diferencias deben tener su lugar dentro de
una educación de calidad. Todo esto conlleva entonces a una socialización menos
estereotipada, más respetuosa y un sano convivir de las personas.
Para todo esto se requiere
entonces profesionales que estén capacitados para desarrollar un trabajo de
inclusión, lo cual ponen en tela de juicio su propia formación, generalmente
alejada de la diversidad producto de las características propias del sistema de
educación superior. En este proceso se deberían incluir a colaboradores en
atender dignamente los requerimientos de las distintas discapacidades de los
alumnos.
Comentario personal:
Ante todo me parece importante la
distinción que la autora plantea, puesto que inclusión e integración son términos
que desde el sentido común parecieran ser sinónimos, más en la profundidad de
los conceptos son radicalmente distintos.
A su vez, creo relevante que el
artículo se plantee en una realidad latinoamericana, siendo posible llevar a la
realidad chilena las conclusiones y tesis que se plantea.
A modo personal, creo que es muy
valiosa la reflexión que plantea respecto a los docentes y su labor dentro del
sistema de educación en función de la inclusión y los desafíos que esto
plantea. Creo también que la reflexión de la necesidad de colaboradores
incorporados al proceso se vuelve fundamental, en cuanto desde nuestro rol de
psicólogos también debemos hacernos parte de esta educación inclusiva,
atendiendo por un lado a las diversidades que nacen desde la discapacidad y los
contextos socioeconómicos, pero por otro lado también debemos hacernos cargos
en apoyar la diversidad que no está asociada a ninguno de esos factores, sino
más bien asociada a la particularidad de los individuos, considerando a los
alumnos no como seres pasivos y receptores perpetuos de enseñanzas, sino más
bien como individuos activos dentro de un proceso de educación complejo y
desafiante.
Citas textuales:
“El
movimiento de la inclusión ha surgido con fuerza en los últimos años para hacer
frente a los altos índices de exclusión y discriminación y a las desigualdades
educativas presentes en la mayoría de los sistemas educativos del mundo”
(Blanco, 2006, p.4)
“Desde
esta perspectiva, la inclusión es una política del ministerio de educación en
su conjunto y no de las divisiones de educación especial.” (p.5)
“Desde
la inclusión se considera que la diversidad está dentro de “lo normal” y
el énfasis está en desarrollar una educación que valore y respete las
diferencias, viéndolas como una oportunidad para optimizar el desarrollo
personal y social, y como un medio para enriquecer los procesos educativos.”
(p.11)
“Estos
profesionales de apoyo deberían colaborar, nunca sustituir, con los docentes en
el análisis de los procesos educativos, identificando y promoviendo los cambios
necesarios para optimizar el aprendizaje y la participación de todos los
alumnos y alumnas.” (p.13)
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