Vygotski, L. (1924).
Acerca de la psicología y la pedagogía de la defectividad infantil. En Editorial
Pedagógica. Obras escogidas, tomo V: Fundamentos
de defectología (pp. 73-95).
Síntesis y
conclusiones.
Este
capítulo se preocupa, en gran parte, a desmitificar nuestra concepción sobre
aquellos que tienen ceguera, sordera o debilidad mental cognitiva, que el autor
denomina como insuficiencia corporal. Desde la condición de personas “normales
y sanos” se piensa en su cotidianidad solo como la falta de visión o de escucha
y como esto los invalida automáticamente a realizar las mismas actividades que el
resto. El análisis se enfoca, entonces, en lo que falta más que en lo que
tiene, en la ceguera o la sordera más que en el niño mismo. Un aspecto
importante es como este “defecto” no es percibido como una falta por si sola
para el niño, sino que es el entorno social el que da esta categoría de
invalidante. El cambio de pensamiento se dirige a comprender que la educación
que necesita y que debe tener los niños con o sin dificultades corporales es la
misma.
La
educación “especial” que requieren estos niños estaba enfocada en la parte más
biológica, en la compensación de lo que se supone que son sus aspectos
limitados, ya sea la visión o la audición, por ejemplo. Sin embargo, debe
educar al niño considerando sus particularidades en vez de educar al “defecto”
mismo. Es decir, realizar una compensación social más que biológica: no enseñar
solo lenguaje de señas a los niños sordos, acompañarlo también de lenguaje oral
porque este es primordial para establecer relaciones sociales, por ejemplo.
Breve Comentario.
En
primer lugar, me sorprende como la idea de una educación inclusiva, de una sala
de clases sin distinciones ni separaciones ya estaba en esa época y como, a lo largo
del tiempo, sigue sin ser comprendido en su totalidad.
Dejando de lado que el lenguaje
utilizado en ocasiones por el autor pueda generarnos incomodidad, situándolo en
su contexto sociocultural, es admirable que se desmarque de la visión puramente
biológica para considerar los aspectos psicológicos que si deben estar
presentes en la educación de los niños, no importa cuáles sean las barreras que
este deba superar.
Finalmente, y este comentario es una
revisión a mis propias concepciones, creo que es mucho más difícil hacer un
cambio en como reaccionamos a quienes son diferentes más que cambiar nuestro
discurso referente al tema. En lo personal, creo firmemente en la inclusión, en
cómo se debiera concretar, etc. Pero con este capítulo me di cuenta de cómo yo
también entendía (quiero creer que de manera inconsciente) la ceguera o la
sordera como la falta invalidante dentro de nuestra sociedad, que se expresa
como la necesidad de sobreprotegerlos. En el texto se habla de que la ceguera,
como complicación o condicionante psicológico, no existe dentro de la
individualidad del ciego; el ciego no está en constante tiniebla. Es lógico
pensarlo, pero como el mundo está pensado y creado por quieres son “normales”,
por lo que es difícil entender realmente como es que otro puede realizar lo
mismo que yo puedo si es que a ese otro “le falta algo”. Creo que este cambio es
necesario realizarlo desde lo más profundo de nuestras concepciones, puesto que
pueden aparecer ocultos en cómo nos comportamos en la cotidianidad.
Citas textuales.
“Cualquier
insuficiencia corporal –sea la ceguera, la sordera o la debilidad mental
congénita –no solo modifica la relación del hombre con el mundo, sino, ante
todo, se manifiesta en las relaciones con la gente” (Vygotski, 1924, p. 73).
“La
carencia de la vista o el oído implica, ante todo, la perdida de las más
importantes funciones sociales, la degeneración de los vínculos sociales y
desplazamiento de todos los sistemas de conducta” (1924, p. 74).
“Desde
el punto de vista psicológico y pedagógico, la conducta del ciego y del
sordomudo puede ser completamente equiparada a la normal: la educación del
ciego y el sordo no se distingue esencialmente en nada de la educación del niño
normal” (1924, p 76).
“La
anormalidad infantil, en la enorme mayoría de los casos, es producto de
condiciones sociales anormales” (Tróshin, 1915 en Vygotski, 1924, p. 78).
“No
debemos olvidar que es preciso educar no a un ciego, sino ante todo a un niño.
Educar al ciego y al sordo significa educar la ceguera y la sordera, y
transformar la pedagogía de la defectividad infantil en pedagogía defectiva” (1924,
p. 81).
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