Desde mi última publicación en este medio me he transportado a mis recuerdos de escuela, encontrando preciosos momentos así como otros que desearía olvidar.
Recuerdo con orgullo mis medallas de alto rendimiento, mis diplomas, las olimpiadas de matemáticas, los debates de lenguaje y las ferias de ciencia. Sin embargo se me hace inevitable recordar los pesares que debíaa sortear en los deportes, en las artes visuales y la música; las burlas de mis compañeros más aventajados se me hacián crueles y sin sentido, pero solo hoy logro comprender el por qué, sus burlas no eran más que una respuesta a las mías.
Recuerdo mi infancia con pocos amigos debido a mi fanfarronería,pero para que me debo contarles la historia que por años olvide.
Cuando competía dentro (o fuera) del colegio en distintas áreas siempre ganaba porque me preparaba mucho, no salía a jugar con los hamster de mi edad por estar estudiando y siempre veía buenos resultados de mi estudio, es por esto que no entendía cómo podía haber hamsters que necesitaran más tiempo u otras herramientas para aprender; todo eso cambio cuando llegó un muevo compañero a la escuela, camilo se llamaba, él era ciego.
Todo compañero nuevo me significaba desconfianza porque podía ser que fuera mejor que yo,pero con Camilo no fue así. Al saber que era ciego asumí que jamas me ganaría en nada y que solo sería un hamster que entorpecería las clases con su "necesidad especial" como lo presentó la profesora.
Con el pasar del tiempo llegó lo que yo estaba evitando, la prueba de la rueda, sí la rueda que todo hamster debe aprender a correr. Claramente, como ya lo comenté anteriormente mis condiciones físicas no eran las mejores, por lo que el miedo me ganaba, sabía que no lo lograría por lo que me propuse quedarme a ensayar. Cada tarde esperaba a que todos se fueran y me quedaba intentando correr, todo fue un fracaso total, la decepción me ganaba. Una tarde Camilo se quedó en el colegio, y me escuchó intentar superar la rueda, como pudo se acercó y me ofreció su ayuda, me enseñó a correr dejando el miedo de lado, al principio rechacé su ayuda hasta que le dí la oportunidad de mostrarme cómo se hacía. Finalmente el día de la prueba recordé todos los consejos de Camilo y todo funcionó, pasé la prueba. Solo ahí comprendí que Camilo no era "especial" (en el mal sentido de la palabra) solo era diferente, como eramos todos.
Por años olvidé esta historia, y solo en la reflexión de un café lo comprendí.La inclusión no es mirar en menos, no es hacer sentir al otro más especial, es solo comprender que todos lo somos, porque todos somos distintos y merecemos un lugar.
Para finalizar doy gracias por la oportunidad de pertenecer a este espacio, y ayudarme a recordar esta historia, y por incluir mis opiniones sin filtro. Por aceptarme como soy.
-Harry-
-Harry-
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